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NEMESIO ANTÚNEZ

El legado de Antúnez no solo se debe a su trayectoria como artista, sino que también a su rol como agente cultural. Desarrolló labores de enseñanza y difusión del arte, puestos directivos y cargos diplomáticos. Así, en 1956, y tras regresar de una estancia en París, fundó el Taller 99 en Santiago, donde se propuso replicar la experiencia del Atelier 17. Dicho espacio se convirtió en una de las más relevantes instancias para la enseñanza y práctica del grabado en Chile, en el cual participaron artistas como Roser Bru, Dinora Doudchitzky, Eduardo Vilches y Juan Downey, entre muchos otros, además de conformarse como lugar de encuentro de una generación de artistas.

La circulación nacional e internacional de su obra se intensificará en años posteriores, obteniendo importantes premios y reconocimientos, entre ellos, los dos Premios del Círculo de Críticos de Arte de Chile (1956 y 1988), el Wolf al Mejor Pintor Latinoamericano en la V Bienal de Sao Paulo (1957) y la Condecoración al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral (1993). 

El legado de Antúnez no solo se debe a su trayectoria como artista, sino que también a su rol como agente cultural. Desarrolló labores de enseñanza y difusión del arte, puestos directivos y cargos diplomáticos. Así, en 1956, y tras regresar de una estancia en París, fundó el Taller 99 en Santiago, donde se propuso replicar la experiencia del Atelier 17. Dicho espacio se convirtió en una de las más relevantes instancias para la enseñanza y práctica del grabado en Chile, en el cual participaron artistas como Roser Bru, Dinora Doudchitzky, Eduardo Vilches y Juan Downey, entre muchos otros, además de conformarse como lugar de encuentro de una generación de artistas.

Fuente: Fundación Nemesio Antúnez 

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